Mientras se camina con el creador del famoso restaurante Andrés Carne de Res durante diez
minutos, pasan muchas cosas para que todo ande perfecto. Da claras
instrucciones a varios de sus empleados, a uno lo regaña, a otro lo felicita,
llama a otro porque encontró una mesa desordenada. Saluda a diferentes
personalidades que en ese momento allí almuerzan. Piensa cómo conseguirle
estudio a la empleada que lava los baños, tiene dos hijos y aprovecha que él pasa
por ahí porque sabe que la puede ayudar. Revisa atento la dramatización de los músicos,
magos, duques, princesas y bailarinas.
Muestra orgulloso cómo va quedando esa obra de arte que tiene días de
trabajo y con la cual pretende sorprender creativamente a una personalidad de
Chía. De repente se le viene una idea a la cabeza y enseguida la anota en su
libreta que nunca abandona. Anima a los niños a que canten más rápido. Nuevamente
se le viene otra idea a la cabeza. Y sí, todo eso pasa en tan solo diez minutos
un sábado en la tarde en el restaurante de este creativo.
Alguien alerta en voz baja cuando lo ve: “…pilas, ahí viene Andrés”. De ahí, que seguirle el ritmo sea tan difícil y ponerse al nivel de su perfección cueste trabajo, tanto, que al final se le termine tildando de ser un malgeniado.
Y aunque casi
nadie lo sabe, en el restaurante Andrés D.C. en Bogotá se cocinó un importante encuentro, destacados comensales
norteamericanos, quienes en parte tenían la misión de aprobar el TLC con
Colombia, almorzaron gustosamente y al final recibieron con sorpresa al
presidente Santos que se presentó en su mesa, para reforzarle a estos ejecutivos, apoyado por la magia típica de este lugar, la imagen positiva del país. Días después fue aprobado
el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
Conozcamos a
este creativo que sabe hacernos quedar como príncipes cuando un visitante extranjero viene a Colombia.
Parte 1: La historia. Observar y anotar. Un destino turístico. 2000 empleados. Los socios. Llenarse de colores la cabeza.
Parte 2: No hay que encerrarse. Realismo mágico. Volver a ser niño. ¡Los
publicistas no leen! Un genio de mal genio. Lo vintage. ¡A mi no me jodan!
Parte 3: Andrés D.C. El
miedo. La familia. Inspiración urbana. La chiva. Fama de marihuanero. 30 años.
Vea la nota escrita en la revista P&M.com
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